jueves, 20 de julio de 2017

Lo tuyo y lo mío

Estaba en el hospital, ingresada desde hacía dos días, tenía las defensas muy bajas y por riesgos habían decidido ingresarme por posibles complicaciones. En la habitación no había muchas cosas, tenía poco más que un papel y un bolígrafo. A parte del dichoso móvil que no paraba de vibrar.
Cogí la libreta y recordé algo que me enseñó un profesor de psicología de la Universidad,  vomitar todo lo que me daba rabia en un trozo de papel.

1. No soporto mi perfume, me hace recordar cuándo estaba con Él y nuestros olores se mezclaban.
2. No aguanto el anuncio de Estrella Damm lo veíamos siempre juntos, era como un ritual del que nunca habíamos hablado y lo repetíamos cada año.
3. El anuncio de coca-cola en el que la chica al final bebe de su botella me repatea las tripas, yo nunca tendré la oportunidad de beber de esa botella.
4. Sentirme perdida y con el corazón roto como Sandy en Grease
5. El anuncio del euromillón en el que el chico "persigue su destino" y se coge el asiento de al lado de la chica para conocerla.
6. Mojarme bajo la lluvia y sentir como las gotas recorren mi cuerpo, he decidido usar paraguas.
7. Ojete calor, me pregunto si seguirás viendo sus vídeos. (sí soy una friki) les he cogido hasta un poco de manía.
8. Preparando mi próximo viaje creo que debería volver a Menorca, para no recordarte. A ver si llego a hacer viajes.
9. No soporto recordar cómo me mirabas, ...

- ¿Qué haces pajarito? - y la sonrisa de Fabio iluminó toda la habitación mientras entraba.
- Hola petardo - levanté el brazo lleno de tubos a modo de saludo.
-  A ver ... Y y me arrancó la libreta de entre mis manos.
Se quedó callado durante un par de minutos.
- ¿Ya estás como en la uni? Vomitas y destruyes el papel, cómo si así se fuesen todos tus males.
- Fabio, estaba aburrida y bueno, he escrito un poco. Tampoco es para ponerse en plan dramaqueen por favor, eso le pega a Ale no a tí.
- Te autodestruyes y este no es el momento. Mírate.
- Eh eh eh! - levanté la mano alzando el dedo al más estilo negra del Bronx - ¿ves la puerta?, aquí viene gente a animarme no a joderme. Así que ya sabes.
- ¡Sarah! -alzó la voz-  no empieces, vamos a llevarnos bien, no quiero que pagues conmigo lo que te pasa con Él.
- Lo siento - me di cuenta que me había pasado bastante - ¿te puedo hacer una pregunta?
- Dime petarda, a veces no sé porqué te aguanto - y se sentó en el borde de la cama mientras acariciaba mi mano y sonreía.
- ¿Porqué no funcionó?, ¿porqué nunca ha funcionado? Siempre viví con ese miedo a perderle.
- Porque nunca te amó - miró hacia mi mano y la agarró con más fuerza - lo nuestro nunca funcionó porque tú no me amabas, y lo vuestro, porqué Él nunca te amó.
- Fabio, ... lo siento. - me quedé en silencio y sin saber qué decir, y es bastante raro, porque siempre tengo alguna chorrada que decir, sobretodo para quitar hierro al asunto y cambiar de tema.
- No te pido que lo sientas, no te lo he dicho para que te sientas mal. Sólo quiero que dejes de darle vueltas. Sé que duele y mucho pero no debes culparte, y debes dejar que todo siga su curso. Y deja de odiarte, que me pones enfermo.
Nos miramos y nos echamos a reír, sabíamos perfectamente que esa frase había sido bastante inapropiada, 

- Le has vuelto a escribir ¿verdad?. Me prometiste que borrarías su teléfono.
- Sí, bueno, sólo le he dicho que me gustaría saber de Él y que suponía que estaría viendo el fútbol
-  ¿Y? - Me miro miró con cara de Sherlock Holmes en un interrogatorio.
- Ya hablamos, esa ha sido su respuesta. - miré hacia el suelo como cuando los niños se sienten culpables cuando hacen una trastada .
- No le has dicho que estabas aquí ¿verdad?
- No, la he cagado, lo sé, sólo esperaba que ... Va es igual
- No, no es igual, esperabas que te dijese que te quería, que quería saber de ti y que siente todo el daño que te ha hecho. ¿Qué esperabas?, ¿que viniese al hospital a pedirte perdón y te besase en plan película?.  Nos habías prometido que ibas a borrarlo todo y que ibas a luchar por ti.
- No, no esperaba que me dijese nada, ni que hiciese nada. Ya esperaba que dijese algo así, Él tiene su vida y estará ocupado, - y ahí estaba mi nariz creciendo como la de Pinocho.
- Me da igual, tú sigue machacándote, como se entere Ale, lo va a hacer él mismo.
- Ni se te ocurra contárselo a Ale, sabes que no está de acuerdo con nada de esto, hace mucho que le prometí que no volvería a ponerme en contacto con Él.
- ¿Mentirle a Ale? Tu sabes que te lo huele, al igual que yo.
Y ya sabeis que Ale es como Beetlejuice cuando pronuncias su nombre tres veces, allí aparece.

- Toc, toc. ¿cómo está mi princess?
- Pues ya ves, aquí, haciendo gasto de la Sanidad pública. - sí esas somos yo y mi ironía.
- A la próxima te llevas una colleja Sarah. - y esos eran Fabio y su regañina rutinaria hacia mi ironía.
- ¿Cómo te va con Alan? - y así es como se cambia de tema (punto para mí).
- Ay darling, pues estoy in love, y esta vez va a funcionar, éste es el de verdad, hemos esperando mucho tiempo para estar juntos - habíamos escuchado demasiadas veces la misma historia pero ahí estábamos, aguantando estoicamente sin pronunciar ninguna palabra - ha vuelto, y ésta vez es para estar juntos; ya sabeis que no suelo bajarme los pantalones - ahí si que solté una risita de las mías mientras Fabio me daba la colleja que me merecía - ¿de verdad darling? ¿tenemos doce años?, a lo que iba; pues como ya sabéis quedamos para tomar un café cuando volvió de su viaje. Y una cosa llevo a la otra y ... (pausa dramática)
- ¡Ay, de verdad Ale! ¿que pasó? ¿te lo tirarse? - me sorprende lo fina que puedo llegar a ser.
- Deja que se explique, qué animal eres cuando quieres.
- Gracias Fabio, (segunda pausa dramática tocándose el pecho y mirando hacia el cielo cual gilipollas enamorado) pues cómo iba diciendo, le dije que le echaba de menos y ...
- ¡Ostia puta! Qué tortura, a ver si te piensas que tengo todo el tiempo del mundo ¿Hola? - señalé los tubos que colgaban de mi brazo y recibí una nueva colleja.
- Eres insufrible - cuantas veces había escuchado esa frase - pues le dije que le echaba de menos y que había pensado mucho en él y me dijo que ¡él tambien! pero ...
- Vale, esta vez me exasperas a mí. - Fabio se revolvió el pelo y resopló.
- Resumiendo que estamos empezando de cero, estamos en plan amigos y a ver que surge.
- Vamos que no te lo has tirado, y para eso tanta tontería, ¿en serio? Joder.
- ¿Y me lo dices tu?, ¿la que se ha pasado todo este tiempo vagando como un alma en pena enganchada a un móvil?, ¿la que me ha llamado en infinidad de ocasiones porque te han dejado tirada como a una cualquiera?
- ¡Eh!, ¡Eh! Te has pasado tres pueblos, si quieres te echo en cara las miles de cosas que he tenido que hacer por ti y tus elecciones maravillosas con los tíos. ¡No me jodas!
- Vamos a tranquilizarnos todos un poco que estamos desvariando un poco. Nos alegramos mucho por ti, y espero que esta vez sí sea de verdad - la razón y la serenidad de Fabio hablaron
- Le has vuelto a escribir, ¿a que si? - y señaló el móvil, mientras yo me cagaba en todo lo habido y por haber - dame el móvil.
- No te voy a dar el móvil, y no, no le he escrito.
- No te lo crees ni tú, ¿y tú? - señaló a Fabio -¿no le has dicho nada al respecto? Luego quien recoge sus pedazos soy yo, claro; y acabamos llorando y pasándolo lo mal. Que me des el móvil.
- Es invadir su intimidad, y si te dice que no le ha escrito, es que no lo ha hecho.
- Y encima la defiendes, es increíble, no quiero hablar más del tema, pero prometiste que ibas a pensar en ti.
- Joder, eres un moñas, vamos a dejar el tema, ya lo he superado. Si hablamos o no es cosa mía, pero te aseguro que ya no pienso en ello de la forma que crees. Sí, he estado jodida, pero no pienso en Él de la forma que crees, es algo que pasó; y ya está, pasó. Todos pasamos por rupturas, unas mejores y otras peores, y sólo espero que le vaya bien.
- Espera Ale, - sonrisa ironica de Fabio - que ahora va a decir que lo ha olvidado y que ha pasado página.
- Ja ja ja - Ale no pudo evitar reírse-  esa me la sé, nunca más abriré mi corazón a nadie, he vuelto a levantar muros infranqueables.
- Sois gilipollas, no sé porqué hablo con vosotros; de verdad.
- Es que nos jode verte mal y que te cierres en banda a un futuro y ... - Fabio se calló, se hizo el silencio absoluto, hablar del futuro en mi presencia últimamente se había convertido en tabú.
- ¡Oye! Que aquí hay unos enfermeros que ojo ¡eh! - sonrieron por intentar complacer mi sarcasmo - Se os va mucho la olla con lo de intentar no hablar de "ciertas" cosas delante mío, que no la voy a palmar ahora - y me tiré en la cama haciéndome la muerta y sacando la lengua.
- ¡Dios, Sarah! No gastes estas bromas, son de muy mal gusto - Ale me agarró con toda la delicadeza del mundo y me colocó sentada en la cama, mientras Fabio estaba con los dientes tan apretados que se podía escuchar como rechinaban en una habitación en plena montaña en China.
- Va, que ya sé que lo hacéis por mí, pero no os hagáis ollas por mi culpa, ya sabéis que el yoga me ha ayudado mucho; las cosas deben pasar y fluir, y al fin todo volverá a su sitio.
- Bufff, voy a salir un momento. - Fabio se revolvió el pelo, se mordió el labio y creo que se contuvo para no dar un portazo.

Al cerrarse la puerta, mi querido dramaqueen se desató.
- Darling, te has pasado mucho, sabes que está muy afectado, todos estamos afectados; pero él, ya sabes como es.
- Oye, que la que está aquí soy yo no él - y señalé la puerta.
- No seas así, vuelve de entre los gilipollas, ya sabes como va esto, lo pasamos mal y tú te mereces algo más.
(CONTINUARÁ)

viernes, 7 de julio de 2017

Nadie hablará de nosotras cuándo hayamos muerto

Esperé dos semanas, y bueno cómo os podéis imaginar no pasó nada. No recibí ningún mensaje ni ninguna llamada. Esto es lo que tienen los bajalunas, que una vez te bajas los pantalones, te arrastras y te abres un poco (no me refiero a abrirte de piernas, ya sabéis) se cuelgan una medalla más, se echarán unas risas a tu costa, y a vivir, que son dos días.

En el transcurso de esas dos semanas, como la vida es muy puta y no me deja ni tomar un respiro, volvieron a llamarme del hospital, tenia una nueva visita con la oncologa. La noticia era que la cosa no había ido bien y tenía que hacer radio otra vez y posiblemente quimio. Todo dependía de cómo evolucionara todo. Así que otra vez me veía yendo al hospital semanalmente
La conversación fue algo asi:
- Sarah sé que la otra vez no quisiste ir al psicólogo, pero creo que esta vez deberías ir, y hablar esto con tu familia. No deberías pasar por esto sola. No creo que sea conveniente.
- Ya, imagino, no sé que decirte ahora mismo, no estoy pasando por un buen momento personal, y estoy bastante ofuscado. - por no decir que estaba hasta los huevos de que la muerte me pasase los talones y que la relación en la cuál me habia apoyado se había ido a tomar por culo.
- Por eso mismo debes hablarlo, también depende de tu estado mental que el tratamiento funcione.
- No te preocupes - y ahí iba una de las mejores actuaciones de mi vida - estoy bien, y si necesito ayuda ya te la pediré, pero por ahora estoy mejor así, sin decirle nada a nadie.
- No creo que eso te ayude, pero es tu decisión y tengo que respetarla. Si necesitas cualquier cosa mis puertas están abiertas.
- Después de la tercera sesión volveremos a hacer un PET y veremos cómo evoluciona.
- Más o menos sé cómo funciona - lo había vivido demasiadas veces en mi familia, así que no me asusté por el proceso.
- Te doy cita para el lunes a primera hora.

Salí de aquel habitáculo de nuevo, está esta vez no iba sola, Fabio me estaba esperando sentado en aquellas sillas que por su complexión parecían tremendamente ridículas y minúsculas. Decidí contárselo el mismo día que me llamaron del hospital, ya que sabía que no quería pasar de nuevo por todo esto sola. Ale no podía acompañarme ese día y en ese momento estaba viviendo una segunda oportunidad con Alan, así que no quise molestar, como siempre hago. Y tiré de la otra única persona que nunca me había fallado.
Después de la discusión más idiota de todos los tiempos, entendió el motivo por el que no se lo había contado.

- No me preguntes como ha ido esto, por favor. Y vámonos de este tugurio, se me ponen los pelos de punta.
- Vámonos. -  no hubo ninguna discusión ni ninguna mala cara, cosa que me extrañaba debido a mi reacción y la forma en la que le había hablado.

Fuimos hasta el parking, y entramos en su coche.
- Sé que la otra noche te dije que no te quedases a dormir, no era una buena día por los dos. Estabas vulnerable, y yo, ... bueno yo no puedo evitar según que cosas.
- Fabio no digas nada sobre ese día, no pasa nada, no fue una buena idea por mi parte, no quería estar sola en ese momento y no era justo para ti. Lo entiendo. - y era completamente cierto, en esas dos semanas que sentí su apoyo incondicional, entendía perfectamente que seguía sintiendo algo por mi, y que era duro vivir a diario que no eres correspondido. Yo lo estaba viviendo, así que no podía culparle por nada. sólo estar agradecida.
- Ya, pero quiero que entiendas que si estoy a tu lado no es por lo que sienta, a ver si me entiendes, si estoy ayudándote es porque te aprecio muchísimo y quiero que estés bien.
- Ya sabes que siempre estoy bien - e hice una mueca parecida a una sonrisa, no quería pensar otra vez en la radio y en todo lo que se me venía encima.
- No estás bien, esto, ... ya sé que prometimos no hablar de esto, pero,... ¿te ha contestado? - le costó la vida preguntarme por Él y se le notaba demasiado, agarró el volante como si quisiera asfixiarlo.
- Te prometí que no volveríamos a hablar de esto. y vas tú y sacas el tema. ¡Oh! ¿ese restaurante japonés es nuevo, no? - esta es mi fantástica forma de cambiar de tema cuándo no me interesa hablar.
- Eso es que no - demasiados años, conocía mis reacciones - ¿y tú?, ¿le has vuelto a escribir? - seguía estrangulando el volante con fuerza.
- No, y no le he escrito, desde el mensaje que tan magníficamente me aconsejaste que le enviase, no sé nada de Él.
- ¿Te quedan un par de días lo sabes, no?
- Sí, y lo prometido es deuda. Borraré todo, mensajes, fotos, todo. Os lo prometí, ya sé que no es bueno para mí, soy muy propensa a regodearme en mis miserias.
- Es decisión tuya, pero no pienso volverte a ver llorando sin cesar y enganchada al móvil cómo si fuese una extensión de tu cuerpo - sí esa fui yo durante un par de semanas, me pasaba el día mirando el móvil, esperando un mensaje, una llamada, repasando cada una de sus fotos, y recordandole. 
- Eres un exagerado - esta vez sí que me reí.
- ¿Exagerado? Tuvimos que arrancarte, literalmente, el móvil de tus manos mientras llorabas mirando sus fotos. - real cómo la vida misma, creo que ha sido el momento más patético de mi vida.
- ¡Venga! Que no es para tanto, ya he dejado de repasar sus whatsapp, cual yonki esnifando farlopa.
- De verdad, eres insufrible, te encanta reírte de ti. - se había relajado, el volante empezaba a respirar.
- Dejemos el tema ¿vale?
- Ok, cómo dirías tú, corramos un estúpido velo. Y ahora vamos a tomar algo y me cuentas qué te han dicho en el hospital.

Nos sentamos en una terraza. tranquilos, y le expliqué muy por encima lo que me habían dicho. No me apetecía hablar del tema.
- No te voy a dejar que vayas sola como has hecho hasta ahora. Si no quieres que entre, o no quieres explicarme más, no pasa nada, pero te vamos a llevar o Ale, o yo. Y no hay escusas que valgan - a veces me daba mucha rabia lo comprensivo que era.
- Tengo que ir el lunes a las ocho de la mañana y ...
- Y nada, el lunes te paso a buscar. 
- Cambiando de tema, ¿cuándo tienes previsto volver a la ciudad que nunca duerme?
- Pues la verdad es que tendría que volver un mes, intentaré que sea para agosto, no quiero dejarte sola.
- Es que eres idiota, no me va a pasar nada en agosto, o en julio, o en el mes que sea.
- Buffff, no empieces con tus sarcasmos.
- No es sarcasmo, ni humor negro del que suelo usar, tienes que pensar en ti. Yo estoy empezando a hacerlo.
- ¿A si? Pues ya me dirás, si pareces un alma en pena 
- Las ojeras y la cara vienen de serie, imbécil - dije mientras me burlaba de mi misma haciendo una mueca, algo parecido a lo que yo llamo "cara de monguer".
- Va anda, ¿qué te apetece hacer hoy?
- Pues estaba pensando en tirarme en paracaídas, pero creo que no es muy recomendable.
- De verdad, no hay quien te aguante. En serio ¿qué te apetece hacer esta tarde?.
- Pues no sé, la verdad, podíamos ir al cine ¿No?
- ¿A ver una película friki?. Te propongo un plan, vamos a ir a la playa y vamos a cenar por ahí. ¿qué te parece?
- Que me da palo
- Yo sí que te voy a dar un palo, anda, levanta el culo de esa silla que nos vamos.

sábado, 1 de julio de 2017

Las cosas malas me hacen dudar (II)


Ese bloque me era muy familiar, ya sabía dónde estaba, me esperaba la película The Crow y la dichosa manta de ositos en casa de Ale.

- Sarah, no sabía hasta dónde debía conducir, ¿quieres subir? - me miraron por el retrovisor esperando alguna respuesta.

Vi el reflejo de mi rostro en la ventanilla, y me recorrió una sensación extraña, era una mezcla de asco y pena. ¿cómo había llegado a esta situación otra vez? Tardé un momento en contestar aunque me parecieron horas.

- No, no quiero ir a tu casa ¿podemos, ... podemos ir a otro sitio? por favor - y ahí estaba la fábrica de lágrimas de nuevo, en pleno proceso de fabricación.
- Vamos a mi casa - espetó Fabio.
Sin más Ale encendió de nuevo el coche y empezó a conducir, yo estaba ensimismada en mis pensamientos, dándole vueltas a ese adiós absurdo que acababa de vivir. Diez minutos más tarde estábamos en frente del portal del piso de Fabio.
Los tres nos miramos y Ale abrió la boca:
- Sarah, lo siento pero, que si quieres yo dejo el plan que tenía, es que había quedado con Alan y después de casi un año queríamos arreglar las cosas.
- Ale, no te preocupes estoy bien - sí, claro - me quedo un rato y me voy a casa.
- Princess de verdad, yo no sabía que iba a pasar esto, yo si quieres lo dejo para mañana y ... - no le dejé continuar.
- Cariño, no pasa nada estoy bien - rocé su brazo como pude - estoy genial y ya mañana quedamos, y hablamos, y me cuentas, mañana será otro día. Seguro que mañana veré todo esto con otra perspectiva.

Se dirigió al coche, con cara de pena, cómo cuándo abandonas a un perro, Nos despedimos con un triste gesto de mano. Fabio abrió la puerta y nos dirigimos al ascensor, sin mediar palabra. Llegamos a la planta pulsada, acercó su mano a mi hombro y me hizo entrar al piso. Fuimos hasta el comedor y allí nos quedamos los dos solos, sentados en el sofá, mirando al infinito de la enorme televisión de 55 pulgadas que estaba apagada, por no mirarnos a la cara. Yo no era capaz de mediar palabra, mi cabeza no regía demasiado bien, los pensamientos negativos no paraban de nublarla.

- Me puedes explicar que ha pasado esta vez, si quieres - la voz de Fabio sonaba pausada, creo que estaba haciendo un esfuerzo titánico para no gritarme y llamarme gilipollas.
- No lo sé - me eché las manos a la cabeza y empecé a tocarme el pelo, como siempre hago cuando me pongo nerviosa - la verdad es que no lo sé.
- Si no me lo quieres contar ahora, no pasa nada. ¿quieres tomar algo?. ¿Te preparo una infusión, o prefieres una cerveza sin alcohol? - se levantó y se puso en frente de mí, empezó a revolverse el pelo, en eso nos parecíamos demasiado, sabía que estaba muy nervioso.
- No, no quiero nada, ¿me puedo quedar? - no sé porqué salió esa frase desde mi cerebro, jamás le había pedido quedarme a dormir.
- Sarah, hoy no es buena idea, y lo sabes. Sólo quiero verte tranquila y llevarte a casa. Y no me vengas con que ya estás tranquila.
- Esta vez es de verdad, hemos dado carpetazo. Pero me besó, sonrío y después me dejó. ¿porqué me besó? - esa pregunta rondaba mi cabeza sin parar, no lo entendía.
- Yo no te puedo contestar - volvió a sentarse y me agarró la mano - yo no estoy en su mente, no sé lo que ha pasado, pero si no te quiere esto es lo mejor,
- ¿Lo mejor?, ¿lo mejor para quién?, no lo entiendo, es que no sé qué he echo mal. - y lo cierto es que me culpaba y no entendía nada.
- Pues lo mejor para ti, no puedes decidir por Él, no puedes decidir a quién quiere, en un futuro lo verás de otra manera.
- No me digas qué es bueno o no para mí, no es justo, no es justo, y no lo voy a entender. ¿sabes qué me ha dicho? que las cosas buenas le hacen dudar. - esa frase se repitió en mi mente demasiadas veces.
- Yo siempre he dudado de las cosas malas - dijimos al unísono. Sonreímos, nos miramos y decidí que lo mejor era que me llevase a casa.

- Escríbele, dile lo que sientes, dale un plazo, quizás tenga que pensar. - sentí que era la primera vez que comprendía por lo que Fabio había pasado todo este tiempo.

Y así lo hice, le escribí, me bajé otra vez los pantalones, aparté mi orgullo y allí estaba yo, a punto de mandar el whatsapp más idiota de toda mi historia.


Sé que no debería escribirte, y sé que me voy a odiar por esto, pero no lo estoy pasando nada bien, te quiero y te echo demasiado de menos. No te pido que me escribas. Ojalá pudiese volver al momento de ¿cómo te gustan los huevos? Hasta siempre

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Fabio arrancó el coche y me llevó hasta casa, me dejé caer en la cama y no pude dormir durante días.