sábado, 27 de mayo de 2017

Cosas pendientes

Era mi día libre, me desperté en mi cama, sola, abrí los ojos y miré el reloj, había dormido la friolera de cuatro horas. Me toqué el pelo y resoplé. Este es el ritual matutino que realiza cualquier persona que sufre de insomnio, puse un pie en el suelo, después el otro y el resto de mi cuerpo siguió por inercia a aquellos pies enormes. Para ser bajita uso un cuarenta, cuarenta y uno de pie. Fui al lavabo me lavé la cara y me miré al espejo, otra ves esa cara de autocomapasión apareció de la nada. Sacudí mi cabeza intentando borrar esa mueca, pero ahí estaba de nuevo la cara de perro abandonado. 

Fui hacia la mesita, y ahí estaba el móvil con mil mensajes. Accedí al Whatsapp busqué a Ale.

- Hola, qué haces?
  Me he despertado y necesito terapia.

Respuesta inmediata

- Oído cocina!!!
  Vienes tú a casa? 
  O voy a buscarte?
- Voy yo no te preocupes

- Sí me preocupa
  Dame 30 minutos y estaré en la puerta de tu casa
  Vamos donde siempre?

- Vale, o si prefieres vamos a otro sitio

- No, no Buena Gente me parece bien.
  Dame media hora darling

El Buena Gente es un bar perdido en las entrañas de L'Hospitalet de Llobregat, un bar extraño, oscuro y de color verde, lleno de plantas tipo ficus colgando del techo y paredes. Íbamos desde pequeños, era muy curioso, las mesas son de madera con un cristal transparente encima; en tu visita obligatoria, debías dejar escrito/dibujado algo en tu posa-vasos y dejarlo allí, debajo del cristal, entre otros dibujos/escritos de otros extraños que pasaron por allí. Si lo preferías podías dejarlo enganchado en la pared de corcho que cubría todo el bar. 
Nosotros teníamos una mesa ya adquirida, era la del fondo, la de la esquina antes de entrar al lavabo, cada vez que íbamos dejábamos nuestro pedacito de historia allí. Era obligatorio. 

Media hora más tarde, tan puntual como siempre, allí estaba el coche azul pitufo esperándome en la puerta. 

- Sube ya, anda - dijo Ale mientras me invitaba a subir con la mano.

En una hora estábamos sentados en nuestra mesa, con una copa de cava para Ale y una cerveza sin alcohol para mí, entre los dos había una tapa de bravas, que por cierto en este bar están riquísimas.

- ¿Me vas a contar que te pasa de una vez?, Sarah, desde que hablaste con Fabio estás muy rara.
- Ale, me dolió mucho que hablaseis de mí a mis espaldas, creo que tienes la suficiente confianza conmigo cómo para decirme las cosas a la cara.
Odio que especuléis sobre qué pasa en mi vida, y me critiquéis, no tenéis nada mejor de lo que hablar  ¿no?
- No empieces con esas tonterías, simplemente hablamos de cómo has cambiado, ya sabes cómo es Mr. Grey.
- No sigas por ahí - dije mientras le señalaba de forma amenazante y daba un sorbo a mi cerveza sin alcohol.
- Sí, sí sigo por ahí, ya sabes que Fabio se preocupa por ti, y que no puede soportar ver cómo has cambiado - iba a contestar pero me interrumpió tapándome la boca - Espera, déjame acabar, no has sido capaz de decirle a nadie, ni si quiera a tu familia de lo que estás pasando. Sólo lo sabemos Él y yo; ¿y sabes qué? no es justo.
- ¿Porqué no es justo? Porque te sale a ti de los huevos, no se lo voy a contar a Fabio. ¿sabes cómo se puso el otro día? Como un puto loco, me hizo sentir como una mierda.
- No te dijo nada que tu no hayas pensado antes
- ¡Ale! - alcé la voz - Ya sé que lo he pensado muchas veces, y eso me carcome por dentro, y me jode día a día. Pero lo del cáncer, vamos a dejarlo a un lado, no puedo decirle a Fabio que no se lo he contado hasta ahora. Es más, no se lo puedo decir, ¿sabes como se pondría?. Si ya le gustaría ponerme en una burbuja de cristal, imagínate si se lo cuento.
- Sólo se preocupa por ti, y ya se que sigue enamorado de ti. No puedes dejar de amar a alguien que lo ha significado todo para ti.
- Lo sé, en el fondo le entiendo, yo no puedo dejar de estar encoñada de Él. Y o poder desengacharme va a hacer que al final me queme. 
- Sarah - me cogió de la mano y me miró con lástima y cariño - cómo dices tú, mañana será otro día. Nadie puede robarte tu sonrisa.

Dejamos el tema a un lado, y hablamos de cosas banales cómo el trabajo, y el día a día, y últimos cotilleos de nuestros amigos y compañeros de trabajo.

Cogí el bolígrafo y empecé a escribir en mi posa-vasos

COSAS QUE HACER ANTES DE MORIR:
1, Viajar a Tailandia
2. Besar a alguien en Toumbouctou
3. Dormir doce horas
4. Nadar con tiburones blancos en Nueva Zelanda
5. Hacer la croqueta en una playa, tras haberme metido en mar cómo cuándo era pequeña
6. Gritar "Te quiero"
7. Ver la película Amélie en un cine antiguo de París
8. Saltar en paracaídas
9. Salir desnuda a la calle
10. Hacer explotar un microondas con una cuchara de metal
11. Volver a tocar la guitarra en público
12. Tocar una pirámide en Egipto
13. Observar una aurora boreal
14. Pasar varios días en una isla desierta
15. Tener un hijo

Cogí una de las chinchetas de la pared de corcho y lo clavé el posa-vasos al lado de nuestra mesa.

- A ver qué has escrito, ... ¿Tener un hijo? ¿En serio? ¿Tú? - me señaló - ¿Qué me he perdido? - Ale me miró como si acabase de ver a un fantasma -
- Sí, he hecho una lista sincera, con algunas de mis cosas pendientes, pues ahí están.
- Ya, pero ¿un hijo?
- No es por dejar un legado, odio que la gente se rija por unas normas, vamos que seas un coño productivo. Pero supongo que al ver tan de cerca la muerte, me he dado cuenta que me gustaría sentir que hay alguien que me quiere incondicionalmente, que ha crecido en mi interior, que ha sido parte de mí y que lo será. Que ese hilo que nos une no se romperá jamás. Por desgracia no sé lo que será sentir eso, pero puestos a soñar ¿porque no? - empezaron a brotar lágrimas de mi interior, empezaba a asumir que me iba a morir,
- No, no te hagas esto - Ale se acercó a mí, me abrazó y empezamos a llorar los dos. 

Cuando pude respirar hondo y hacer que mis palabras no sonasen cómo el balbuceo de un bebé, volví a dar un trago de mi cerveza. 

- Ale, no me entiendes, no es que quiera ser madre, es que sé que no voy a poder serlo, estoy empezando a ver la muerte demasiado cerca. ¿Y si la radio no funciona?
- Va a funcionar, tránquila - intentó consolarme-
- Pero ¿y si no funciona?. No sabes las vueltas que le doy. Y sé que mi relación con Él no va a durar mucho, ya sabes que es una veleta. Se rallará me dejará, la historia de siempre. Estoy cansada de esto. Tendría que preocuparme más por luchar que por contentarlo. Y no sé cómo lo hago, siempre acabo posponiendo todo, aparcando todo y sólo pienso en Él.
- Pues eso es lo que nos jode a todos, que el poco tiempo que tienes se lo dedicas a Él, y entiéndeme sé que lo quieres; pero no es justo para ti, ni para los que te queremos.
- Ves cómo no me entiendes, tú que cuándo te enganchas a un tío no existe el mundo, en serio, ¿me vas a juzgar?
- No es eso, por supuesto que en otra situación te apoyaría, pero ahora no, Porque sabemos que esto te va a destrozar, y éste no es el mejor momento.
- Ya sé que no es el mejor momento, pero, ¿qué hago? no puedo evitar quererle. Y si no está a mi lado siento que me falta el aire; es mis ganas de vivir.
- No te equivoques, las ganas de vivir son las que tienes que sacar ahora, y las garras darling, que te queda mucho que luchar.
- Lo sé - miré nuevamente la lista, me quedan demasiadas cosas por hacer y tengo que luchar por mí. Ojalá Él estuviese a mi lado y ojalá no tuviese que aparentar estar bien, y dejarme caer en sus brazos.
- Te falta un punto en la lista. Sacarte el carnet para conducir un coche - y de repente empezamos a reírnos a carcajadas

A veces olvidaba que esos eran los mejores ratos, en los que podía ser yo misma, en los que podía derrumbarme sin miedo. 

viernes, 19 de mayo de 2017

Resiliencia

Resiliencia: La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo.

Iba camino a la segunda sesión de radio, me coloqué los cascos, enchufé el móvil y puse el volumen al máximo. La alarma de peligrosidad del volumen del móvil saltó: "Escuchar a volumen demasiado alto durante periodos de tiempo puede dañar su audición. Pulse Aceptar para que se pueda aumentar el volumen por encima de los niveles seguros"  Por supuesto Power de Helloween sonó a todo trapo en mis oídos. 
Me dirigí al Hospital, entré en el tétrico recinto sin bajar el volumen de mi música. Sentí que me iba a comer el mundo: If I could Fly, también de Helloween, retumbaba hasta en mi interior:

No fear, no pain
Nobody left to blame
I'll try alone
Make destiny my own
I learn to free my mind
Myself I now must find
Once more
Once more

Ojalá fuese tan fácil dejar libre mi mente, pero en ese momento me sentía pletórica con la mente en blanco, no quería pensar en ello. Pasé mi tarjeta por el lector y esperé a que sonase mi nombre en la sala de espera.

Al salir de la sesión de radio me encontraba fatigada, cansada y mareada así que decidí mandarle un mensaje.

- Puedo ir a tu casa?

No sabía cómo iba a reaccionar pero estaba tan agotada que tan sólo necesitaba un poco de cariño y un abrazo, me encontraba débil y no estaba dispuesta a pensar demasiado en el motivo por el cuál, la primera persona que se vino a mi mente fuese Él. 

- Claro que sí
  A que hora llegarás?

Llegué a su casa de forma mecánica, me limité a decirle que necesitaba descansar un poco en la cama, cosa que era completamente cierta. Él también estaba cansado del amargo de día de trabajo que había pasado. Así que nos tumbamos en la cama sin mediar una gran conversación. En seguida cayó rendido y cerró los ojos, mientras yo y mi cabeza íbamos a dos mil por hora. 
Hubo un momento mientras dormía que se giró hacía mi y me abrazó de forma inconsciente; fue el único momento en el que creí que me quería.
Sentí que me amaba incondicionalmente que queda abrazo significaba algo, que aún estando dormido tenía la necesidad de estrecharme, sentirme y no dejar que me escapase de entre sus manos. Pero, no sé si habéis visto la serie de Awkward, a su lado siempre me sentía igual, pequeña, insignificante y buscando a un Matt como pollo sin cabeza.

Las palabras de Fabio resonaban en mi cabeza, no era nada para Él, un simple juego, un capricho, pero al mirarle agarrado a mí, pensaba todo lo contrario. Toda esa situación me resultaba absurda, resulta que siempre estaba a la defensiva y a expensas del debate de mi ángel y mi demonio interior. Tengo que admitir que siempre ganaba mi demonio, mi negra del Bronx tenía mucho carácter.
Quise apartar su mano y quería creer que no necesitaba, supongo que en el fondo, quería auto engañarme. 
No era nada para Él. Sabía perfectamente que no pegábamos ni con Superglue. Éramos tan diferentes, un niño de la Bonanova y una punky zaparrastrosa; la noche y el día. Creo que hasta ahora nunca os lo había descrito, era el típico niño pijo: barbita de tres días que tanto me gustaba acariciar,era muy alto y muy guapo, como no. Tenía los ojos azules penetrantes, de esos que cuando te miran, hace que creas que estas completamente expuesta y desnuda. Tenía una sonrisa espectacular, esa media sonrisa que le salía de vez en cuando, mientras mordía su labio que tan loca me volvía. Un pecho en el que me gustaba apoyar la cabeza y dejar pasar el tiempo mientras el latir de su corazón penetraba en mis oídos. Manos fuertes y suaves, esas manos que sabían perfectamente como acariciar cada centímetro de mi cuerpo. Y yo, pues bueno, una chica morena, bajita, del montón, llena de piercings y tatuajes. Vamos la típica pareja de chiste.  Sabía que el amor que le tenía no iba a ser suficiente, nunca iba a ser suficiente. Considero que se lo había comentado en infinidad de ocasiones sin hallar una respuesta coherente. 
Al igual que yo no entendí, desde el principio, como un chico como él se ha fijado en alguien como yo, imagino que Él se debía hacer la misma pregunta a diario.

Era cierto, no era la típica chica que presentarías con orgullo a tus padres. Sospechaba que más bien yo era un trance en su vida, algo provisional y pasajero. Siempre he creído que he sido la chica transitoria.
Imagino que en parte le hizo más fuerte estar conmigo ,y de eso, sí que me tengo que sentir orgullosa. Me figuro que con los años, casado, con hijos y una mujer florero perfecta, se acordará de mí con nostalgia. Estará en la típica charla de amigotes un domingo por la mañana, sentado en una terraza tomándose unas cervezas, escapando de su idílica vida y recordando tiempos pasados; entonces Él diría algo así: cómo me acuerdo de aquella chica a la que me tiraba, ostia, ¿cómo se llamaba? follaba muy bien, pero ya sabéis la típica tía que sólo es de paso. (risas de complicidad)

Las palabras de Fabio me habían hecho mucho daño, no por lo que dijo, sino porque realmente yo me sentía así. Sentía que mientras estaba con Él, estaba viviendo una vida prestada. Algo que no me pertocaba; nunca iba a poder ser su rubia, chica florero, despampanante, con el celebro justo para combinar zapatos y bolso. No, no sería la rubia perfecta para crear una familia y vivir una vida maravillosa de cara a la galería.
Quise ser la persona que le hiciese pensar, y que lo hiciese ser él mismo, la persona con la que se desahogarse, con la que llorase, con la que sintiese. No, no iba a ser una vida fácil, habría millones de desavenencias, miles de discusiones, incluso por las pequeñas cosas como dejarse los botes abiertos.
Pretendí que supiese que llorar delante de mí no era de ser débil, era una forma de enfrentarse a las situaciones negativas de la vida. Le amé como nunca he amado a nadie, pero todos sabemos que eso no es suficiente. No es la vida que él tenía prevista para sí mismo.
Alguna vez le dejé caer cómo me sentía, como creía que no pintaba nada en su vida y cómo, realmente, iba a ser una persona simplemente pasajera en su vida. Se lo tomaba a broma, a veces se enojaba, pero en el fondo, sabía que era mis palabras eran ciertas. Nunca iba a ser esa rubia perfecta, pero quería disfrutar de aquel momento. Ansiaba creer que me quería tal y como era.

Así que simplemente aproveché el momento, decidí dejar de pensar en lo malo; porque como decía mi abuela: si lo breve es bueno, dos veces bueno. Sabía que iba a ser algo fugaz, pero merecía la pena y tenía derecho disfrutarlo.
No sabía cuánto iba a durar lo nuestro, pero tampoco sabía cuánto iba a durar yo. Por lo que me aferré a esos momentos, intenté memorizar cada uno de ellos, no iba a dejar que se escapasen de mi memoria. Quería guardar cada beso en una cajita (cómo diría Robe de Extremoduro), por si alguna vez me veía cara a cara con la muerte, y así poder mostrarle que alguna vez me quisieron.
Deseaba poder memorizar cada abrazo, cada caricia, cada mimo, cada "te quiero", cuántas veces le rogué que me dijese te quiero, quería grabar a fuego cómo sonaba un te quiero de sus labios. Y es que en el fondo, muy en el fondo, una es blandengue y empalagosa como los osos amorosos.

Imagino que estaréis pensando dónde estaba mi negra del Bronx, en esos momentos la muy cabrona siempre estaba apagada o fuera de cobertura, aunque siempre había un ápice de su conciencia.
¿En serio necesitas a un tío para esto?. Masturbate y recuerda las mejores pajas.

Estaba exhausta, el agotamiento se estaba apoderando de mí, la radio le afecta a cada persona de una manera diferente, a mí, me afectaba en el cansancio, estaba molida. Además de mis pesadillas habituales, ahora me daba pánico dormirme, no quería dormir; cada vez que mis ojos se cerraban tenía la sensación de que esa iba a ser la última vez; dormir y no despertar. Seguía cagada de miedo pero no iba a demostrarlo.
No quería que Él se diese cuenta de lo que estaba pasando por mi cabeza. El miedo a la muerte es algo que dejamos aparcado, a no ser que empiece a pisarte los talones. No podía permitirme que eso me afectase delante de Él, yo siempre estaba bien. Esa ha sido mi excusa, siempre estoy bien, algo cansada pero bien.
Si me tenía que recordar quería que fuese como la tía que follaba de puta madre, no como la tía que se estaba ahogando en sus propios miedos.
Así que gocé de cada momento con Él, como si fuese el último. Necesitaba tanto sus besos sus caricias. Esas caricias que hacían que se estremeciese todo mi cuerpo, esas que me hacían olvidar que estaba al borde del abismo y que me hacían sentir viva. Tenía que positivizar cada segundo, no quería irme con un mal sabor de boca.
A veces, uno se olvida que uno mismo, puede llegar a ser su peor enemigo. Hay que tomarse las adversidades de otra forma y aprender a ser resiliente.



sábado, 13 de mayo de 2017

Conversaciones en la Tercera Dimensión



Son las tres de la mañana, estoy en la cama con mi sobrina durmiendo. Tras preparar los Reyes como buen Melchor que soy, y pasar una noche tranquila viendo como mi sobrina aún sigue siendo inocente, ... comienza a sonar mi teléfono. Asustada, corro a la mesita, con desespero, casi como si me faltase el aire. Ha pasado algo, joder. Mi cabeza empieza a volverse loca, joder, se me cae el móvil al suelo y creo que me va a dar algo, joder estoy en casa de mis padres, todo está bien ... ¿Quién Coño llama a estas horas? Por fin reacciono, estoy en casa, mis padres están bien, mi sobrina está bien. ¿Quién llama? Cojo el móvil del suelo como puedo, medio dormida y frotándome los ojos. Es Mr. Grey. Atino a darle al botón verde y acercó el teléfono a mi oreja

- Joder, ¡qué susto me has dado! ¿Qué pasa? - consigo decir tras mi horrible despertar.
- ¿Podemos hablar? - consigue decir entre balbuceos.
- ¿Estás borracho? - consigo formular la pregunta, aunque más bien es una afirmación. 

Pero, ¿qué clase de imbécil llama a las tres de la mañana el día de Reyes borracho como una cuba? Esto me está superando, e intento calmar mis deseos irrefrenables de cometer un asesinato sin premeditación. 

- He bebido un poco, emmmm (pausa) estoy en la portería de tus padres. ¿Puedes bajar?

Se hace una pausa en mi cabeza, ya que intento no parecer una psicópata, o por lo menos que mi voz o mi contestación no suene a eso. Salgo de la habitación, dejo a mi sobrina tranquila durmiendo, la tapo con las sabanas, y voy a la cocina; allí tengo los cuchillos cerca.

- Emmmm ... ¿Sigues ahí? ... Puede que no haya sido buena idea.
- ¿Puede? Pero, ¿se te ha ido la olla por completo? ¿En que coño estabas pensando? 
- Necesito hablar, ¿puedes bajar o no? He estado hablando con Ale y creo que tenemos que hablar.
- Buff, dame diez minutos.


Consigo enfriar mi cabeza, aunque interiormente llevo un cabreo descomunal. Me hierve la sangre, y el enfado va creciendo a medida que me voy quitando el pijama, y voy vistiéndome para poder salir a la calle. Aún me estoy cuestionando el hecho de qué estoy haciendo, y porqué mis amigos creen que mi disponibilidad es de open 24 hoursSigo endureciéndome más, y mi cabeza va a explotar en cualquier momento de tanta sangre acumulada.  Bajo las escaleras y lo veo plantado en la puerta. Abro la puerta de cristal con el mismo cabreo que llevaba cuando he cogido el móvil.

- ¿Se puede saber que coño le pasa a tu cabeza? - es lo primero que sale de mi boca, sin pensarlo, sin más, tan solo quería entender que le pasa a alguien para despertar a otro a las 3 de la mañana.
- Tenemos que hablar, y creo que este es el momento ... Emmmm vamos a tomar algo, sabemos que hay algo abierto.
- No, no voy a tomar nada, pero, ¿qué poyas te pasa?, joder, ¿qué coño haces llamándome a estas horas borracho como una puta cuba? - creo que a veces digo demasiadas palabrotas. Sobretodo cuándo la sangre me hervía.
- Es en serio, tenemos que hablar, Ale y yo hemos hablado y, ... esto no es, .... como lo dirías tu - sonrió - SANO. Dijo cada letra de la palabra SANO como si le fuese la vida en ello.
- Me cago en la puta, ¿qué coño quieres? y,  Ale es gilipollas. ¿se puede saber de qué coño habéis hablado? 
- Vamos a tomar algo tranquilos, tenemos que hablar de esto muy en serio - alzó su mano y acarició mi cara, el acto reflejo fue inmediato, alcé mi mano y aparté su mano de mi cara.
- Te lo pido muy en serio, para, no quiero mas juegos ni mas tonterías, hablamos, tomamos algo y me voy. Eso si, tienes dos horas y no quiero escuchar gilipolleces - sentencié, estaba harta de escuchar tonterías, idioteces y a esas horas menos. Dirigí mis pasos al único garito que conocíamos que a esas horas estuviese abierto. Fabio me seguía, sus manos metidas en la americana y con cara de no haber roto un plato, mientras yo, solo pensaba en partirle la cara.


Nos sentamos, pedí un par de copas, la suya por supuesto sin alcohol y tras sentarme en el sofá tan solo espeté
- ¿Qué coño te pasa? No quiero escuchar escusas ni gilipolleces. 
- Emmmm te acuerdas de lo que el otro día dijo Rafa, respecto a tus ojos.
- Se puede saber ¿qué coño os ha dado a todos por mis putos ojos? Joder, solo me veis triste, no os alegrais por mi - y de repente Ale vino a mi mente - ¿Qué te ha dicho Ale? Y no quiero tonterías, ni mentiras.
- ¿De verdad quieres saber lo que pensamos todos? - cogió mi mano fuerte, sin darme tiempo a apartarla y me miro a los ojos. Tiré de mi mano y conseguí salvarla de una amputación.
- Quiero saber lo que marujeais, ¡ya basta! - y grité como hacía años no hacía.
- No creo que te convenga encabronarte antes de saber que Ale no tiene la culpa, llevo tiempo sonsacándole algunas cosas, incluso mi hermano piensa lo mismo y ... 
- ¿Tu hermano? Pero, ¿qué pasa?, ¿os aburría hablar del tiempo? Y hablar de mí a mis espaldas, sois patéticos. - deseaba mandarlos a todos a la mierda y cantarles las cuarenta a cada uno de ellos.
- ¿Puedes escucharme un segundo? No creas que nos dedicamos a criticarte - se revolvió el pelo y soltó un bufido desde lo mas profundo de su alma.
- A ver, imbécil, dime lo que tengas que decir, estoy harta de todos vosotros y sobretodo de ti, te crees que puedes .... Te crees que puedes meterme en una burbuja, que nadie me hable, que nadie me mire, que nadie pueda respirar cerca de mí. Pero es que no ves, que siempre la lías, por idioteces como que un amigo se acerque a darme dos besos. ¿Tú te crees que es normal lo de fin de año? - cogí carrerilla - Siempre hacéis lo mismo, y tú - lo señalé directamente a la cara - y tú deja de hacerte el superheroe por la vida.
- No sigas por ahí, te lo advierto - me interrumpió y su tono sonaba igual de amenazante que una madre con una zapatilla en la mano - si sigues por ahí vas a hacerme decir cosas que no quiero. - volvió a revolverse el pelo, sabía que estaba nervioso porque ese tic lo teníamos ambos.
Me envalentoné, cogí la copa le di un trago largo y continué con el discurso: 
- Vaaaa dímelo, ¿no has venido a eso?, borracho, dime lo que tengas que decir y deja de hacerte el Mr Grey, sabes que eso no te funciona conmigo, dímelo, ¡va! - esta vez el tono más bien chulesco, era el mío.
- Emmmmm, esto va a doler, pero tú lo has querido - volvió a sonreír, creo que lo odiaba con toda mi alma, esa sonrisa cínica, hacia que me enfureciera más - emmm aún no nos creemos que estés así, y yo mucho menos. Se supone que tenemos que creer qué, ... es igual
- Sigue - dije, aunque sabía que eso iba a doler y mucho, esas declaraciones no iban a ser fáciles de digerir.
- No me creo, que, ¿cómo lo vas a aguantar? En serio, ¿cómo lo vas a hacer? ¿Cuándo vas a salir corriendo? Sabes que no encajas en su vida y eres tú - nuevamente enfatizando y señalándome - la primera que crees que no encajas y que eres un capricho. ¿Qué vas a hacer cuando se aburra? Sabes que lo hará, ... No eres la típica mujer a la que alguien presentaría en una fiesta familiar . Lo sabes. ¿Sigo? ....
Enmudecí, no sabia que decir, realmente ¿quería escuchar mis peores miedos? Era tarde y no supe reaccionar.
- Sigue.
- Sabes que eres SU capricho, que no vas a ser nada mas allá que alguien que ha pasado. Aunque no lo creas, no vas a estar en su pensamientos para siempre. ¿Cuánto tiempo vais a durar? Tan solo te quiere en su cama y nada más, tú eres la primera que lo dices. - frotó nuevamente su frente, cada vez me parecía menos borracho - ¿Qué te está pasando? En serio, la señora fría ¿se ha enamorado? Y que harás ¿cuándo te de la patada? Llorarás a solas como siempre, no pedirás ayuda a nadie y,.... Y no apreciará una mierda lo que ha tenido. Joder ¿qué te ha hecho?
- ¡Vale ya!, te lo pido por favor, no me merezco esto, en serio. - me hice la fuerte y no solté ni una lágrima, pero sabía que todo eso lo había pensado, se lo había dicho a Ale y ahora salía de su boca, como mil puñales directos a mi corazón.
- Voy a seguir, me arriesgo a todo lo que me puedas negar. ¿Crees qué te va a querer? ¿qué te quiere de verdad? Ni siquiera tú sabes lo que es querer a nadie, a decir verdad. Joder, cómo empezar con todo esto... No te voy a negar que en este tiempo no me he acostado con nadie, no te voy a mentir, pero....
- ¿Qué mierdas quieres decirme? ¿Qué nadie me puede querer? ¿Qué no me merezco a nadie? Y, se puede saber, ¿qué coño me importa a mí a cuántas tías te has tirado? 
- Por favor, escucha - volvió a cogerme del brazo - claro que te mereces a alguien, que te quiera como eres, eres .... Perfecta. ¿Quién no se iba a enamorar de ti? Escúchame, y ésta vez de verdad, te lo daría todo, absolutamente todo, sabes de lo que soy capaz. Nunca te ha visto mal, lo sé, ¿cómo va reaccionar? ¿Y tus ataques de pánico? ¿Y tus pesadillas?
- ¿Se pude saber a qué viene esto? - arrastre mi brazo, tan solo quería huir, y mire a mi alrededor.
- ¿A qué viene? A que yo no aguantaría que te fueses con él, entiendo sus celos, yo estoy que ... Nunca has sentido esto por nadie, te has arrastrado por él ¿qué te ha hecho?
- Estoy cansada de tanta pregunta tonta, no me ha hecho nada, por una vez os podíais alegrar por mí. 
- Te tengo que contar la verdad; ofrecí buscarle trabajo a Ale porque sé que es lo mas importante para ti, y así poder arrastrarse con él. ¿No lo entiendes? ¿Sabes la suerte que tiene? Ojala pudiese echármelo a la cara y decírselo, porque vas a ser un juguete. Y por supuesto que voy a estar para recoger tus pedazos, pero no quiero que té haga daño. Sabes que te juré que jamas volvería a hablar de lo nuestro porque para ti, sabemos lo que fue para ti, pero para mi no. Y te lo daría todo, no dudaría un segundo. Lo que me pidieras, tan solo tendrías que abrir la boca y lo tendrías ... Dime algo, por favor.


Callé, tan solo callé, me importaba muy poco las últimas palabras que salieron por su boca, tan solo pensaba en todos mis miedos. Era verdad, por mucho que le quisiera, ¿y si tan solo era un capricho? Y si .... Tantas cosas.... Tantos miedos. Quería salir corriendo. Es verdad que siempre he pensado que no soy la típica chica que nadie presentaría a sus padres, tampoco me gustaban esas situaciones, pero sabía perfectamente que no encajaba en su vida, eso lo sabía.

- Dime algo, no te calles, dímelo. Si quieres cancelar todo lo entenderé. Pero quiero que sepas que jamas te tocaría, lo sabes, ante todo sigues siendo mi amiga, y para mi es lo mas importante. Mírame - acarició mi mano nuevamente y la volví a apartar - no me alejes de ti.
- Sois unos gilipollas y por supuesto os podéis meter vuestras opiniones por el culo. Os pensáis que todo en vuestras vidas es perfecto. Iros a la mierda, y tú el primero, me conoces, no necesito un guardaespaldas, ni que me compres. No entiendo a que viene esto, y a Ale, ya le vale, porqué ... me cago en la puta, ¿porqué te ha contado todo esto? Acaso pretendéis joderme la vida? - no pude contener la rabia, pero no alcé la mirada de la copa. 
- Mírame, Ale no tiene la culpa, yo he estado sacando información tanto a él como a Sergio, y tampoco hay que ser adivino para saber que es lo que te da miedo, y ya sabemos de lo que hablo. Ale te ha visto llorar, y sabes que eres su punto débil. 
Tú, la que todo lo calcula, la que no cree en los sentimientos, y mucho menos en el amor, la que decía que todo es química, incluso hiciste el trabajo para la universidad, ¿te acuerdas? 
- Dios. - esta vez era yo la que revolvía mi pelo, me había hecho recordar - claro que me acuerdo de ese trabajo, y ya sé por donde vas, así que para de una puta vez. ¿Os creéis que no puedo enamorarme? - al decirlo me di cuenta que su mirada volvió a clavarse en mí.
- Por fin, al menos esta vez lo escucho de tu boca - comenzó a jugar con su copa y su pelo - sólo espero que te deje jodida igual que tú lo hiciste conmigo, pero sabes qué, yo seguiré estando ahí.
- ¿Pero tu eres gilipollas? ¿Acaso te prometí amor eterno? Las cosas estaban muy claras, mira yo no puedo seguir con esta conversación. Dijimos que no volveríamos a hablar de ésto por tu bien, pero parece que te guste revolcarte en la mierda. Y eres un puto ruin, jamas he deseado que te hagan daño.
- Solo quiero que veas lo que te va a pasar y evitarlo, entiendo que ahora me odies, que no quieras el viaje, pero piénsalo, ya te he asegurado que no te voy a tocar ni un pelo, ni nada por el estilo, sólo quiero enseñarte New York
- Mira son las cinco y media y creo que ya es suficiente, ya basta, me voy. - sin mirarle me levanté de la silla.


Tan solo quería correr, cogí mi bolso, llevaba dos horas hablando de tonterías, mis peores miedos habían salido a la luz, como trapos sucios y dolorosos. ¿Porqué nadie podía alegrarse por mi?
Cogí mi bolso me dirigí a casa de mis padres sin mirar atrás, sin más, tan solo quería cambiarme, llegar a casa y no pensar. Pero, ¿y si tenían razón?, ¿y si mis peores miedos eran la pura realidad y me estaba auto engañando? Estaba realmente confundida, tan sólo recordar sus ojos y como me miraba, no podía y no quería estar sin él.
Me di una ducha, volví a la cama, tenía cerca de 30 mensajes en el móvil, no quería mirarlos.

viernes, 5 de mayo de 2017

Demonios

Él:
- Sarah no empieces con tus "bucles"
  Soy yo quién decide 
  Hablamos mañana
  Estoy cansado
  Buenas noches

Cómo siempre, debía haber sabido leer entre líneas, Él era el que decidía, y el que iba a decidir todo. 
Pero yo, en ese momento, no estaba dispuesta a hacerle pasar por todo este proceso, ni a Él ni a nadie. No era justo para nadie. Empezando por mí, no era justo para mí.
Mi orgullo, en parte, no permitía que Él pudiese decidir algo por encima de mí. Y el odio que sentía en ese momento hacía hacia la vida, tampoco me dejaba pensar con claridad. Así que simplemente contesté con un "buenas noches". No me apetecía discutir, estaba cansada y me metí en la cama.

Me desperté entre llantos, el sudor frío volvía a recorrer todo mi cuerpo, y al abrir los ojos, no puedo gritar. Estoy paralizada, y aún noto como la voz no me responde. Comienzo a respirar poco a poco y mis manos empiezan a responder, es casi cómo si un hormigueo atacase todo mi cuerpo. Otra vez, ¡no¡ Siento aún la presión en mi cuerpo y sus manos en mi garganta, de nuevo ese hedor cubre la habitación y su voz aún retumba en mis oídos aterrorizándome.
Me levanto en cuánto mis músculos responden por fin, y corro a la ducha, tengo que quitarme ese olor, y tras más de diez minutos frotándome y dejándo care el agua, consigo volver al mundo real; son las cuatro de la mañana.
Consigo sentarme en el sofá, todo el cuerpo sigue temblándome, y de nuevo esos escalofríos, odio esa sensación. Necesito controlar la sensación. pensar en otra cosa. Quizás lea un poco, es lo que me evade de todo.
Cojo mi libro electrónico, le pongo los cascos y mientras suena Cada noche de Marea, intento leer una página de algún libro que tengo a medias. Pero la cabeza me da vueltas e intento no pensar en nada, sólo quiero concentrarme en la lectura. Cierro los ojos, y mi pensamiento hace que vuelva a ver esos brazos cogiéndome, y esa horrible voz retumba en mis oídos de nuevo. Vuelvo a levantarme y enciendo una vela, un poco de incienso; a ver si así, además de perder un poco el tiempo, consigo eliminar el olor que invade la habitación.

Hacía mucho tiempo que no tenía pesadillas, el sudor frío seguía recorriendo mi cuerpo, pero tenía que movilizarme, espabilarme e irme a trabajar.
Era viernes y habíamos quedado, estaba ansiosa por verle, besarle, sentirle, pero no sabía como reaccionar. Quería alejarle, y a la vez no me quería separar nunca de Él. Esas sensaciones encontradas, me tenían mareada.

Vibró el móvil y un buenos días hace que evada cada uno de mis malos pensamientos, sólo quiero pensar en esa tarde, habíamos quedado para tomar algo. Una sonrisa se dibuja en mi rostro, pensar en Él ocupaba toda mi mente, pensar en su sonrisa me tranquilizaba. A pesar de todos mis miedos, pesadillas y la mala noche que había pasado, decidí sacar lo mejor de mí.
Me maquillé un poco, necesitaba aparentar buena cara, no podía permitirme el lujo de qué pensara qué me encontraba mal.

Lo vi entre la muchedumbre, me acerqué y le miré a los ojos, esos ojos en los que me perdía tan fácilmente. Una sonrisa infantil, volvió a dibujarse en mi cara, revolví mi pelo, es tic que desvelaba lo nerviosa que me ponía. Se agachó y me besó. Adoraba esos besos castos, los echaba de menos.

- ¿Qué tal estás hoy? - dijo mientras acariciaba mi barbilla.
- Mejor, no he dormido muy bien, pero estoy bien - y el premio a la mejor actriz es para (redoble de tambores) ¡Yo!
- Vamos a tomar algo, ¿no?
- Sí, me apetece mucho - lo cierto era que sólo necesitaba sentarme, sentía que estaba arrastrando mi cuerpo.
- Vamos.

Me cogió por el hombro, y fuimos a un bar cercano a tomar algo, voy sonriendo mientras caminamos juntos, estaba completamente idiotizada. Tenía aliens en el estómago y estaba a punto de vomitar arco iris. Me sentía como en los anuncios de compresas, libre, feliz y con ganas de comerme el mundo. Mis miedos se desvanecían cuándo estábamos juntos, todo aquel aura negra que me había perseguido durante todo el día, se había ido con un soplido.

- Va, cuéntame, ¿cómo estás realmente?. Se te ve cansada
- Que va, estoy genial, te echaba de menos
- Pues no lo parecía, tú y tus bucles. Sarah, es que siempre te lías. Haces que todo parezca malo.
- No es eso, es que se me hace  muy complicado pensar en todo esto, y que pases por esto,...
- No es justo ¿no?. Tendré que decidir yo, lo que quiero hacer, te anticipas, y piensas por mí. Sabes que no me gusta nada.

En parte tenía toda la razón, pero no se la iba a dar. A su lado todo parecía tan fácil, hasta superar un cáncer parecía posible. Me estaba aferrando a Él, cosa que creía que iba a ser contraproducente, siempre tenía esas dos sensaciones a su lado. Le había perdido tantas veces que pensar en agarrarme a Él, era cómo pensar en tirarme de un puente con una cuerda de dos milímetros atada a mis pies; una misión suicida.

- Ya, bueno no tengo ganas de hablar de esto ahora.
- Y ¿cuándo lo vas a hacer?
- El lunes tengo radio, no tengo ganas de hablar de esto. Ya sabes si no piensas, no duele.
- ¿Quieres otra? - dijo alzando la copa de cerveza vacía
- Claro que sí, ya pido yo.

Mientras bajaba las escaleras de aquel bar, y me dirigía hacia la barra, sentí que era feliz. ¿porqué no podía disfrutar de esos momentos?. La respuesta era clara, la muerte me estaba pisando los talones.