domingo, 26 de marzo de 2017

Por el mar corre la liebre

Al cabo de más de dos días recibí un mensaje más allá de un simple whatsapp, me escribió un correo electrónico:

Se que me quiere con locura, y eso me tranquiliza, pero no paro de pensar como sería todo si estubieramos juntos día a día. Nos necesitamos y nos cumplimentamos en muchas cosas. Necesito a diario un beso suyo, una mirada y una sonrisa. Que me diga que guapo soy, y decirle que no, necesito su silencio cuando está a mi lado, sus videos colgados, sus compras de cosas baratas, sus labios y su cuerpo que me hipnotizan, sus enfaditos tontos y sus reconciliaciones a besos, que me coja de la cara, que me diga que soy un sol, que me hable de sus cosas, ir a comer los dos tranquilamente, ir al cine y estar tan cómodos, ir a cenar pizza, despertame con ella con un brazo dormido y decirle que no es nada, hacerle el desayuno, jugar, hablar, reir, abrazar y tantas cosas que hacen que la quiera cada día más, es una persona muy especial que cautiva a cualquiera que tenga ojos y que tenga alma. Podría decir que no he estado tan bien conmigo mismo con alguien a mi lado, con ella parece que levites por encima del tiempo como si no existiera nada más. Hoy he visto el dunkin donut y claro, pienso en ella en como pone esa cara al comerse algo dulce El primer donut que he visto es uno de color rosa, color odioso vale, pero en el centro había una casa y he pensado, mira, nuestra casa, y la nostalgia se ha apoderado de mi.


Soy del género idiota, ya sabéis, y de nuevo creí que las cosas iban a cambiar, pero ya sabemos como va esto. A lo que iba, mi idiotez y yo decidimos bajarnos los pantalones a la altura de Julio Verne en Viaje al centro de la tierra y volver a caer rendida a sus pies. Realmente no sé cómo lo hace, pero mi orgullo, al que siempre me he aferrado, se desvanece con tan sólo dar señales de vida, contarme una milonga y volver a ilusionarme.


- Bueno, me ha sorprendido mucho lo que me has escrito, podríamos quedar y hablar.
Orgullo cero - Idiotez 1
- Sí podríamos quedar.
Y ahí estaba de nuevo, el hombre de hielo, tan eufórico y tan sentimental.
- Cuando tengas un rato libre, podemos tomar un café.
- Sí, estaría bien.
De verdad después de dos días y escribirme ese correo, eso es todo lo que tenía que decirme, tanto entusiasmo no por favor, que me abrumo.
- Pues ya dirás.

De nuevo a expensas de que The Iceman pusiese algo de su parte y se dignase a quedar y hablar. Me había cansado de esa situación, me lo había hecho tantas veces, pero no me quedaba otra. La mecha se estaba agotando, pero ahí estaba yo, aguantando como una jabata, haciéndome la fuerte, y esperando que un mensaje llegase a mi móvil.

Llamada del hospital
- ¿Sarah Rodriguez?
Siempre ese tono, que a veces te entran ganas de decir que están llamando a un número equivocado,
- Sí, soy yo.:
- Era para recordarte la cita con la oncóloga, el lunes a las 18:30
- Ah, sí, sí.
- Nos vemos el lunes.
- Sí adiós, hasta el lunes.

Bueno, esa era mi preocupación, la principal, y debía plantearme tantas cosas. ¿Qué iba a ser de mi vida ahora?, ¿cuánto tiempo me quedaba?, ¿realmente iba a funcionar el tratamiento? 
Pues bien, volví a hacer lo que hago con todo, aparcarlo todo en un cajón al final de mi cabeza. Siempre he tenido la teoría de que si no piensas, no duele. Es mi lema de vida, y es la forma que tengo de protegerme de todo lo malo. En esto soy como mi familia, si no se habla de ello es cómo si no hubiese pasado. 
Estaba realmente cansada del puto karma, mi mejor amiga y yo, siempre hemos tenido la teoría de que si existe el karma, en otra vida tuvimos que ser unas hijas de puta monumentales. Siempre hemos creído que eramos los principales cabecillas de la Santa Inquisición, sino no se entiende tanta mala suerte. 
Vuelvo a mirar el móvil, sin noticias desde hace más de dos horas, no sé como se puede ser tan gilipollas, me miro al espejo y vuelvo a pensar en la que pena que doy ¿cuando empezaré a perder el pelo?

- Bueno ya me dirás si puedes quedar o no, y dónde quedamos.
Me había cansado de esperar, yo ya no estaba para jugar mucho, y se me estaban agotando las vidas.
- Sí bueno podemos quedar en el centro, en un par de días y tomamos algo.
- Ok. el viernes a las 18:30 ¿te va bien?
O pongo toda la carne en el asador o éste no va a poner de su parte.
- Ok
- Ok.

Y esta es la gran conversación que tuvimos por whatsapp antes de quedar para hablar. La bipolaridad que tanto odiaba siempre salía a la luz. No entendía cómo una persona pueda decir te quiero, y a los cinco minutos se muestre frío, sin sentimientos. Me agotaba. 

Me metí en la cama dándole vueltas a todo, pensando en si le iba a contar algo o no, en cómo iba a afectar el cáncer a mi vida. Dos horas más tarde, después de darle una paliza a la cama y no poder dormir, me vestí y salí a correr, me vi como en un videoclip de Sia, loca perdida, despeinada y con ganas de gritar. 

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